Si hay algo que no puede faltar en una película de guerras medievales es la imagen de la catapulta demoliendo parte de la muralla del castillo asediado.
Al margen de disquisiciones cinematográficas, la catapulta fue una de las armas más decisivas en cientos y miles de batallas acaecidas en la edad media.
Aquí repasaremos cuáles han sido los antecedentes históricos de la catapulta, qué tipos de catapulta existían así como cuál fue su evolución a lo largo de los siglos.
Antecedentes históricos de la catapulta
Existen documentos que certifican la existencia de modelos originarios de catapultas hacia el año 340 o 350 a. de c. en Grecia. Sin embargo se piensa que ésta fue creada en la Ciudad de Siracusa unas cuantas décadas antes bajo el reinado de Dionysius I.
La catapulta surgió como una evolución del arco y las flechas. En principio se creó la ballesta con la que se podía lanzar flechas mucho más lejos que con un arco normal puesto que ésta permitía ir acumulando la energía poco a poco y al soltarla de golpe la flecha podía volar hasta 300 metros de distancia antes de impactar en su objetivo.
La catapulta gracias a ese mismo principio de acumulación de la energía potencial permitía lanzar objetos muy pesados a cientos de metros de distancia.
Durante los primeros siglos del imperio romano la catapulta tuvo una función principalmente defensiva. Esas primeras catapultas eran artefactos extremadamente pesados y complejos de manera que servían perfectamente para repeler un ataque desde un punto fijo en una fortificación pero era prácticamente imposible desplazarla hasta las líneas enemigas.
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La evolución de la catapulta: el onagro
Ya en el siglo IV después de c. apareció el onagro una auténtica evolución de la catapulta que cambiaba la cuchara por una honda lo cual aligeraba bastante la palanca y permitía lanzar objetos más lejos y con mayor rapidez.
Además este menor peso y la introducción de ruedas para transportarla permitió utilizar la catapulta como arma ofensiva en los asedios además de defensivamente.
Hubo unos siglos en los que el desarrollo de las catapultas no tuvieron ningún avance importante pero en la edad media se empezaron a utilizar con frecuencia en los asedios a fortificaciones en los que se podían lanzar piedras de grandes dimensiones e incluso auténticas bolas de fuego capaces de propagar un incendio con rapidez dentro del castillo asediado.
Dentro de los antecedentes de las catapultas más grandes que se recuerdan tenemos el Trebuchet que era capaz de lanzar piedras de más de 100 kilos de peso a unas distancias de más de 200 metros. Las dimensiones de esta catapulta eran tales que se requerían más de 50 soldados para moverla y accionarla.
Finalmente la catapulta cayó en desuso con la aparición de la pólvora y las armas de fuego.
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Imagen de catapulta por Minipunk.